Solíamos hablar sobre la próxima era de Internet en las conversaciones de sobremesa; ahora hablamos sobre el tecnofeudalismo, el extractivismo de las plataformas y la economía de la atención que se apodera de todos los aspectos de nuestras vidas. Antes hablábamos de pasarnos a plataformas más personales en lugar de usar las grandes redes sociales, ahora hablamos de teléfonos desechables y de limpiar nuestro Instagram para poder ingresar a China o EE. UU. Antes pensábamos que web3 podría ser una alternativa real, pero tuvimos que aceptar que las blockchains parecen ser mucho más útiles para financializar el mundo en lugar de para democratizarlo.
Pero hay nuevas razones para tener esperanzas. Es posible que el gran idealismo de la Internet libre y abierta haya terminado, pero su lugar está siendo ocupado por una mentalidad más práctica. Al igual que los empresarios de Silicon Valley están entrando en su era «Hard Tech», las personas que construyen alternativas para la web también están entrando en una era post-ingenua: desarrollar infraestructuras digitales basadas en un conjunto diferente de valores, estructuras e ideologías para servir a las comunidades y establecer nuevas condiciones para la forma en que las cosas operan, se producen y circulan.